jueves, febrero 14

 

Día del amor con Césitar

¿SOMOS O NO SOMOS UNA LINDA PAREJA?

lunes, febrero 11

 

Vamos Claudita!!!

Aunque no tengo fotografías del suceso, (lo que lo hace un poco inverosímil), el domingo por la mañana, con César, pescamos las bicicletas, las subimos al tokomochi y nos fuimos al Cerro San Cristóbal.

Por lo menos, tenida deportiva no me faltó; patas negras, polerita blanca de pabilo y, obviamente, un jockey pink. Y en el auto iba colocándome el blokeador, así toda deportista preocupada.

Pero cuando llegamos, le tomé real peso a lo que era subir el cerro en bici, porque la entrada esta super empinada, y partiendo ya me costo ene. Y le di no más po’. Subí subí subí….y cuando no podía más le pregunto al César que cuanto falta y me dice “el camino en total tiene 4 kilómetros y recién debemos llevar como 100 metros po’ amorcito”…Nooo!!.

Subí, finalmente aproximadamente un kilómetro y medio, (viste que aperrada soy). Paramos un rato y nos devolvimos con César a buscar el auto para que yo subiera en auto y él siguiera en bicicleta. Y ahí descubrí lo mejor, la bajada.

Es simplemente exquisito sentir el viento, la velocidad y el miedo que provoca bajar el cerro. Aparte que yo estoy lejos de controlar bien la bici y con suerte ando en ella una vez cada dos semanas, entonces cuando agarraba mucha velocidad me asustaba un poco, pero no por eso empecé a frenar y a andar lento. Disfruto de esas sensaciones.

Al final, subí todo lo que faltaba en auto y César en bici y hasta me perdí en el auto por tratar de esperarlo. Y después de las vueltas extras que me di César ya me había pasado, así que lo encontré más arriba….(¿quien se pierde en el cerro que tiene casi un camino único?.... solo a mi me pasa?).

Y arriba, para premiar mi esfuerzo del kilómetro y medio y los 4 kilómetros de César, nos tomamos un rico mote con huesillo heladito, rodeados de gente deportista, con ropa deportista, con sus bicicletas y sus artículos de deportistas, y sus piernas fibrosas de deportistas y la actitud de deportista, que de repente, me senti tan deportista y me gusto tanto esa sensación, que espero repetir la experiencia de subir el cerro y llegar arriba sin ayuda del auto.

Y para terminar, mi amorcito, me cedió la oportunidad de bajar el cerro en bici mientras que él lo hacia en auto, ¿lindo no?.

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