miércoles, febrero 1

 

CATEMU


El fin de semana fui a Catemu. No me tincaba mucho, porque iba a ir mucha gente que yo no conocía, (nos invito un amigo de César), y con lo poco sociable que soy, eso de tener que andar sonriéndole a todo el mundo no me interesaba mucho. Al final igual fui (igual que mi papa, dice que no toda la semana y siempre un rato antes dice que si va).
De todas maneras lo pase bien, no taaaaaaan bien, pero descanse harto y comí rico. Es un lugar relajante, en donde es rico colocarse debajo de un arbol, (ojala un sauce, como habia en la casa) y leer. Y lo mejor es que había una cuadrimoto, y como todo el mundo estaba preocupado de tomar y de fumarse unos pitos, César y yo éramos prácticamente dueños de la moto. Aprendí a manejarla y cada vez que yo aceleraba más de la cuenta, mi acompañante atrás, (abrazadito a mi), me decía “amorcito, vai muy rápido… más lentito que viene un caballo allá y lo podemos asustar… oye, ¿manejo yo mejor?”.

El domingo nos levantamos temprano, y fuimos en la cuadrimoto a comprar pan para el desayuno de toda esa gente alcoholizada, (que manera de tomar, una amiga de César comento en un momento de inspiración “es súper rico tomar en el día, es como diferente, o sea, como que le da un aire diferente, como de gente top” ¿?). Dejamos el pan en la casa y partimos al cerro, en donde había una mina de donde extraían caliza (“para la producción del clinker, componente principal del cemento, ¿tu sabias que...?...¡¡Ya César cállate!! no estoy ni ahí con el cemento, olvidate de todo esooooo”). Llegamos a la mina completamente empolvados, no se veía el color de mis jeans, y mi pololo tenia marcado mi cuerpo atrás en la polera y los hombros con una capa de tierra (él fue con polera blanca…jaja). Desde la mina se veía todo Catemu, una apacible localidad llena de gente que se traslada en caballo o a pie, que saluda a los desconocidos y que disfruta de la tranquilidad. Cuando hicimos el camino de regreso se supone que me tocaba manejar a mi, pero César consideró que era demasiado peligroso, que abajo del cerro me cambiaba, “pero yo quiero manejar ahorapero amor, tu viste que nos costo llegar acá igual abajo ¿ya?... no, abajo no quieropero Claudia no, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero¿te enojaste?”.Al final, “lo deje manejar”, porque de verdad que era mucho más complicado que manejar en un camino recto, y porque además, se me hizo bajar la moto yo.
En total, en la casa llegamos a ser 14 personas, 5 parejas y 4 huachitos. Hay que reconocer, que el nivel intelectual de la gente que estaba allí era un poco bajo (empezando por la mina del cometario de tomar en el día), habían algunas conversaciones, en las que yo miraba el césar y le movia la cabeza como diciendo “ buenos amiguitos”, pero él se defiende diciendo que no todos son amigos de él, y que hay gente súper preocupada, como los dueños de la casa, (hay que reconocer), que se portaron demasiado bien en su rol de anfitriones, la Carola y el Seba, son una pareja sacada como de un cuento de hadas, son los dos bajitos (lo que les da cierto aire cómico), son como atractivos ambos, pero como miniaturas, son amorosos, y muy buenas personas. Son como una pareja “pink”.

Por fin el paseo termino, llegamos el domingo a la casa de César, y como era tan tarde me quede allá. Me quedo dando vueltas en la cabeza, que el lugar era perfecto para ir con la familia… o será que soy tan aclanada, que el mejor paseo al que puedo asistir, es aquel en donde están todos mis tíos y mis primos. Y el mejor paseo cuando sea viejita, será con mis hijos y mis nietos (sin nueras ni yernos… esos se quedan en la casa).

Comments:
Yo me voy el 15 a la playa, a Algarrobo y me quedo hasta fin de mes. Igual podrias ir y quedarte un fin de semana.

cariños
 
Maca entro a trabajar el 20...no creo que pueda. Gracias por la invitacion....mejor sería que me llamaras po'...jajaja
 
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