viernes, diciembre 9

 

Luis Miguel y los Mariachis de mi abuela


Hace poco fue el aniversario de mis abuelos, por parte de mi papá, de 50 años de casados y sus hijos organizaron la mega fiesta del siglo, hasta con mariachis incluidos (que casi no llegan).
El problema es que esa misma noche era el recital de Luis Miguel, y como nunca he tenido mucha afinidad con ese lado de mi familia me fui al recital. De todas maneras le encargué a mi mamá que me esperara lo más que pudiera para que cantaran los mariachis. No pensé que lo lograría con tanta eficiencia y que aunque yo llegué a la 1 de la madrugada todavía no se presentaban

No pudo ser mejor elección ir al recital porque lo pase chancho. Fui con la amiga más loca y chistosa que se pudiera imaginar, se llama Marisol y es amiga del colegio. Cuando nos juntamos apareció con unos enormes lentes morados y una ajustada polera que resaltaba con generosidad sus atributos. Cuando llegamos, había enormes colas fuera del estadio. No se como lo logró, pero a los 5 minutos estábamos casi en el inicio de la cola. Puro bla bla.. Esperamos tanto, nos reímos tanto, molestamos tanto. Éramos las “niñitas piullentas” dijo una señora. Fueron como tres veces que la Marisol comento “no es Luis Miguel ese que esta en la puerta del estadio” y la gente se desesperaba y gritaba, y después mi amiguis decía con cara de acá no a pasado nada, “a no, me equivoque… es que se parecía” y la gente nos miraba medio con odio, mientras yo me cagaba de la risa.

Por fin entramos, y después de apretones, empujones, y de esperar mucho a todo sol, de contar hasta chistes para el publico de aburridas que estábamos, empezó el show. Increíble. Apareció Luis Miguel impecable. Mientras lo disfrutaba me prometí que la próxima vez estaría dentro de las 10 primeras filas, realmente valía la pena.
Afortunadamente para nosotras, mi pololo nos fue a buscar a la salida del concierto. Ahí estaba con sus bracitos cruzados esperando a su mujer, exactamente igual a como esperaban cientos de hombres. Era un poco chistoso verlos levantar la cabeza, con cara de lateados por ver a tanta mina gritando.

Después de dejar a la Marisol en su casa Cesar me acompañó donde mis abuelos. Estaban terminando de comer, y ya eran cerca de la una de la madrugada. Desencajamos un poco, yo con mi cintillo “Luis Miguel” y Cesar con su polerita adidas y sus zapatillas. Todo el resto andaba de punta en blanco, (cada uno según su alcance). Saludamos a mis abuelos (mi pololo primera vez que los veía en su vida) y nos prepararon algo de comer. Me sentaron cerca de abuelita y como era tan tarde y pensé que los mariachis ya habían tocado, no se me ocurre nada mejor que preguntarle a ella “¿Y que tal los mariachis?”. Me miro con cara de “¿Qué dice esta niñita?”, y miré a mi alrededor, y mis tíos, primos y hasta el Cesar, que sabia lo del secreto, me miró como diciendo “mi amor…la cago!!”….y para mi salvación, (y gracias a mi diligente mama)” aparecen los mariachis cantando en ese mismo instante, “Yo se bien que estoy afuera pero el día que yo me muera, se que tendrás que llorar, llorar y llorar, llorar y llorar…”. Paso, medio piola, se podría decir.

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